Dado lo que muestro hoy aquí, me siento tentado a escribir un largo preámbulo sobre lo mucho que la fotografía, como tantos aspectos de nuestro mundo, se ha visto influenciada por los avances en el campo digital, desde las cámaras mismas hasta el soporte final de la imagen. Sin embargo, creo que lo más apropiado será dejar las consideraciones tecnológicas para otros lugares y limitarme a una simple reseña de lo que viene a continuación.
Comentaba en el post anterior mi especial fascinación por fotografiar helechos y mi intención de publicar uno dedicado al proceso especial que les tengo reservado a muchas de las fotos sobre el tema. Pues bien, ya no espero más y aquí va un muestrario de los resultados que obtengo por ese método, bastante laborioso, por cierto.
En cada una pretendo transmitir la sensación de estar contemplando algo a medio camino entre planchas de metal repujado y bloques de pizarra en los que se hubiesen fosilizado los helechos, que proporcionan la auténtica base visual con sus patrones y permiten la extracción de texturas llamativas. He intentado usar esta técnica con multitud de otros temas y motivos, pero de ningún modo adquieren esa admirable armonía de fundición mineralizada (y vaya términos que me sugiere mi obra, ¿no?).
Debo aclarar, como siempre, que aunque gracias a la Red (bendita la Red) puedo mostrar esto al mundo desde casa, sus limitaciones también influyen muy decisivamente y lo que se ve en la pantalla no hace justicia en absoluto a lo que son las fotos sobre el papel y a gran tamaño. He observado en múltiples ocasiones cómo muchos de quienes las tenían entre sus manos pasaban los dedos sobre ellas para comprobar si la patente sensación de profundidad y relieve era sólo ilusión.
Lo era, claro. Y también lo es la que a mí me lleva a creer que he encontrado una manera personal, característica y eficaz de plasmar una parte del mundo y a no reprender a nadie cuando lo hace, por más que a casi ningún artista plástico le cause demasiada gracia que toquen directamente sus obras.
Comentaba en el post anterior mi especial fascinación por fotografiar helechos y mi intención de publicar uno dedicado al proceso especial que les tengo reservado a muchas de las fotos sobre el tema. Pues bien, ya no espero más y aquí va un muestrario de los resultados que obtengo por ese método, bastante laborioso, por cierto.
En cada una pretendo transmitir la sensación de estar contemplando algo a medio camino entre planchas de metal repujado y bloques de pizarra en los que se hubiesen fosilizado los helechos, que proporcionan la auténtica base visual con sus patrones y permiten la extracción de texturas llamativas. He intentado usar esta técnica con multitud de otros temas y motivos, pero de ningún modo adquieren esa admirable armonía de fundición mineralizada (y vaya términos que me sugiere mi obra, ¿no?).
Debo aclarar, como siempre, que aunque gracias a la Red (bendita la Red) puedo mostrar esto al mundo desde casa, sus limitaciones también influyen muy decisivamente y lo que se ve en la pantalla no hace justicia en absoluto a lo que son las fotos sobre el papel y a gran tamaño. He observado en múltiples ocasiones cómo muchos de quienes las tenían entre sus manos pasaban los dedos sobre ellas para comprobar si la patente sensación de profundidad y relieve era sólo ilusión.
Lo era, claro. Y también lo es la que a mí me lleva a creer que he encontrado una manera personal, característica y eficaz de plasmar una parte del mundo y a no reprender a nadie cuando lo hace, por más que a casi ningún artista plástico le cause demasiada gracia que toquen directamente sus obras.
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