Ya he comentado aquí lo mucho que me agrada Portugal, mi país vecino. Su proximidad me permite visitarlo con frecuencia y ganas. Las razones son múltiples pero una de ellas es que sus habitantes se sienten orgullosos de sus tradiciones y las conservan con mimo. El fin de semana pasado (15 y 16 de septiembre) estuve de nuevo allí. Había previsto un plan de viaje muy distinto al que finalmente se desarrolló, pero no por eso resultó menos divertido. Probablemente, al contrario.
La casualidad quiso que pasáramos por la villa de Ponte de Lima en uno de sus días de fiesta grande. Es realmente asombrosa la cantidad de gente que acude a la localidad para ver lo que llaman "O Cortejo", un desfile donde las agrupaciones de música folclórica son las protagonistas, junto con las vestimentas típicas y los trajes de época, además de todo tipo de vehículos adornados como carrozas y cargados de gente representando las labores y oficios tradicionales. Los grupos de tambores rivalizan unos con otros para ver quién toca más fuerte, de modo que a veces hay que taparse los oídos, como se ve en una de las fotos.
Durante los días de las fiestas, en el paseo principal y sus aledaños junto al río se acumula un maremágnum de puestos de venta ambulante donde puedes comprar cualquier cosa que se te ocurra y disfrutar de las atracciones en docenas de barracas de feria.
Las fotos de hoy intentan reflejar algo del bullicio y el colorido que invade las calles durante el desfile y al final pongo también algunos aspectos del pueblo. Como no me prodigo mucho en actualizaciones del blog, quiero compensar un poco en la cantidad de fotos. Menos mal que Blogger ha solucionado los problemas con su servidor y he podido subirlas de cinco en cinco en poco tiempo...
La casualidad quiso que pasáramos por la villa de Ponte de Lima en uno de sus días de fiesta grande. Es realmente asombrosa la cantidad de gente que acude a la localidad para ver lo que llaman "O Cortejo", un desfile donde las agrupaciones de música folclórica son las protagonistas, junto con las vestimentas típicas y los trajes de época, además de todo tipo de vehículos adornados como carrozas y cargados de gente representando las labores y oficios tradicionales. Los grupos de tambores rivalizan unos con otros para ver quién toca más fuerte, de modo que a veces hay que taparse los oídos, como se ve en una de las fotos.
Durante los días de las fiestas, en el paseo principal y sus aledaños junto al río se acumula un maremágnum de puestos de venta ambulante donde puedes comprar cualquier cosa que se te ocurra y disfrutar de las atracciones en docenas de barracas de feria.
Las fotos de hoy intentan reflejar algo del bullicio y el colorido que invade las calles durante el desfile y al final pongo también algunos aspectos del pueblo. Como no me prodigo mucho en actualizaciones del blog, quiero compensar un poco en la cantidad de fotos. Menos mal que Blogger ha solucionado los problemas con su servidor y he podido subirlas de cinco en cinco en poco tiempo...
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