Unos la justifican de una forma y otros, de otra, pero entre mucha gente de Santiago se da una cierta "aversión" hacia la ciudad de Coruña y sus habitantes. No es nada especialmente grave y sólo en casos muy extremos se altera la convivencia normal y civilizada. Algunos sostienen que tal actitud tiene origen futbolístico, por la tradicional fraternidad existente entre nuestro equipo local, la S.D. Compostela, y el Celta de Vigo, rival acérrimo del Deportivo de La Coruña en la Primera y Segunda División de la Liga nacional.
Algo de eso hay, sin duda, pero a mí me da la sensación de que la causa principal (que llegó a enturbiar las relaciones hasta en el nivel institucional y político) proviene de esa época no tan lejana en la que se estaban constituyendo en España las comunidades autónomas. Fue entonces cuando, con su carismático alcalde Francisco Vázquez al frente, Coruña pretendía (y prácticamente exigía) la capitalidad administrativa de Galicia, que a la postre le fue otorgada a Compostela.
Bien por ser la única ciudad gallega que dijo algo contra la nuestra al respecto, o bien porque sus pretensiones se mantuvieron tercamente durante años, se generó aquí una rivalidad que trascendió el mero ámbito deportivo y, aunque ciertamente disminuida por el correr de los años, continúa viva entre los compostelanos, más que entre los coruñeses.
Sin embargo, además de una hermosa urbe atlántica con gran actividad de todo tipo, para mí es un lugar plagado de recuerdos imborrables. Baste decir que allí pasé una parte de mi mili, cuando el servicio en el ejército aún era obligatorio en este país. Muchas más veces regresé posteriormente, y no todas para disfrute en la ciudad, por desgracia. Me arriesgo a ser mirado de reojo por alguno de mis paisanos al decirlo, pero siempre me gusta volver a Coruña, como suelen llamarla sus moradores dejando a un lado la polémica sobre su denominación toponímica oficial.
En las fotos de hoy incluyo varias de la preciosa Plaza de la Constitución. La vida da bastantes vueltas y, mira tú por dónde, veinticinco años justos después de tener que visitarla inexcusablemente a diario por ser la ubicación de la unidad militar a la que yo pertenecí, pronto se convertirá en marco de mi próxima muestra.
Si todo marcha bien, en diciembre colgaré mis obras (nada que ver con las aquí presentes) en el Restaurante Consulado, un excelente local situado en esa plaza, donde saborear platos deliciosos o tomar unas copas exquisitamente preparadas. Mi más sincero agradecimiento a Aurelio por darme la oportunidad de exponer en un entorno que forma parte de mi vida.
Salud!
Sin embargo, además de una hermosa urbe atlántica con gran actividad de todo tipo, para mí es un lugar plagado de recuerdos imborrables. Baste decir que allí pasé una parte de mi mili, cuando el servicio en el ejército aún era obligatorio en este país. Muchas más veces regresé posteriormente, y no todas para disfrute en la ciudad, por desgracia. Me arriesgo a ser mirado de reojo por alguno de mis paisanos al decirlo, pero siempre me gusta volver a Coruña, como suelen llamarla sus moradores dejando a un lado la polémica sobre su denominación toponímica oficial.
En las fotos de hoy incluyo varias de la preciosa Plaza de la Constitución. La vida da bastantes vueltas y, mira tú por dónde, veinticinco años justos después de tener que visitarla inexcusablemente a diario por ser la ubicación de la unidad militar a la que yo pertenecí, pronto se convertirá en marco de mi próxima muestra.
Si todo marcha bien, en diciembre colgaré mis obras (nada que ver con las aquí presentes) en el Restaurante Consulado, un excelente local situado en esa plaza, donde saborear platos deliciosos o tomar unas copas exquisitamente preparadas. Mi más sincero agradecimiento a Aurelio por darme la oportunidad de exponer en un entorno que forma parte de mi vida.
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