La mayoría de los que lleguéis a leer esto, incluida la parte de mi familia argentina que haya visto a Chivi trabajando en su ordenador, tendréis al menos una ligera idea de que Photoshop es, entre otras cosas, un programa de edición fotográfica que permite manipular imágenes fijas (y algunas móviles) para aplicarles una gama prácticamente ilimitada de transformaciones en su aspecto. Pero seguramente los no iniciados ignoráis las auténticas posibilidades de esta maravilla tecnológica que se ha convertido en un estándar de uso para publicidad y artes gráficas.
En realidad, es un monstruo tan grande que probablemente ningún usuario individual llegará nunca a tener que emplear para algo concreto todas las funciones integradas en él. De hecho, su aprendizaje es una curva tan abrupta que se ha generado toda una industria adyacente dedicada a la enseñanza del bicho.
En mi caso, tengo la gran suerte de que mi hermano Antón posee un gran nivel en el dominio del programa por motivos de trabajo, puesto que diseña y edita una pequeña guía gratuita de la ciudad, llamada Santiago 7 Días (teníais que ver el logo tan chulo; cuánto siento no poder poner un enlace aquí). Desde hace un tiempo, anda a vueltas con diseño y animación en 3D y realidad virtual y le he visto obras fantásticas. Él fue quien me inició en estas lides, hace ya unos cuantos años, y el resto de mis limitadas habilidades con el programa las adquirí con la práctica, experimentando y siguiendo algunos tutoriales de Internet (hay muchísimos, pero éste y éste me parecen muy buenos y claros para los que empiecen, aunque están en inglés).
Yo utilizo actualmente la versión 7 de hace un par de años y ya había usado otras antes. Sin embargo, pese a estar acostumbrado a él y desenvolverme sin demasiados problemas, Photoshop presenta para mí inconvenientes como lo poco "amable" que es su interfaz (o mejor dicho, la de sus versiones antiguas, porque la más reciente, la CS2 del link, parece que ha mejorado en eso) y el cúmulo de opciones que no tengo ni idea de para qué se usan. Se me ocurre que es como si un camionero tiene que ponerse a manejar un tanque. El trabajo en el laboratorio -y en la actualidad en el ordenador, que lo está relegando a la edad de piedra- es necesario, pero a los fotógrafos en general lo que nos gusta es hacer fotos y complicarnos la vida lo menos posible con la edición.
Hay unos cuantos programas que pueden hacer cosas parecidas a esa bestia, pero que también adolecen de sus mismos defectos, y una legión de otras aplicaciones más reducidas e intuitivas, pero que ofrecen escasa flexibilidad o dan resultados poco acordes con lo que uno desea. Hace poco descubrí en la Red Picture Window Pro, me bajé su versión 3.5 (ya van por la 4) para probarlo y me quedé impresionado con su facilidad de uso, a la vez que su capacidad de proceso y gama de posibilidades, sobre todo en la gestión del color. Se presenta como el ideal para fotografía y fotógrafos exclusivamente. Por lo que he visto, tiene todas las trazas de que lo sea. Si os digo que estoy considerando jubilar mi Photoshop...
En fin, para que los profanos os hagáis una idea de algunas posibilidades de la edición digital de imágenes, no hay mejor que ver ejemplos. Incontables millones se presentan en el mundo a diario, sobre todo en publicidad y en la Red, pero también se puede usar en fotos comunes, como veréis a continuación. Por supuesto, hay que tener el tiempo y las ganas (o la obligación) de ponerse a ello, pero con un poco de paciencia los resultados pueden ser muy gratificantes.
Lógicamente, siempre existen limitaciones y no todo se puede llevar a la práctica. Por ejemplo, si una imagen está desenfocada, es casi imposible que puedas hacer que salga nítida, a menos que quieras pasarte un prolongado y durísimo trabajo retocando los bordes de las cosas que aparezcan en ella. Está claro que si no hay una razón poderosa, nadie suele meterse en camisa de once varas. Y además, yo no soy profesional (todavía). :>)
Para este caso, y ya que estoy en esto más que nada por mostrároslas, veréis los efectos sobre algunas fotos de la familia cuyos originales, en teoría, no cumplen unos requisitos mínimos de calidad según los estándares aceptados comúnmente.
Creo que sería bueno empezar con una de Antón, como una especie de homenaje a quien me introdujo en estas aficiones.
Si tengo esta foto
Aquí la cara sale bien, pero las manos y la cámara están desenfocadas a causa de su movimiento. Disparé en modo automático y el balance de blancos deriva claramente hacia el tono rojizo característico de la luz artificial de tungsteno (uno de los pocos fallos de mi Sony H1).
10/80s
f3.2
ISO 160
10/80s
f3.2
ISO 160
y tengo esta otra
Aquí, en cambio, la que sale muy movida es la cara, pues justo levantó la cabeza para mirar la luz y hacer ajustes en su cámara.
Los parámetros son los mismos de la anterior (está claro que no era el mejor entorno para mi Sony y su mal balance de blancos).
puedo obtener ésta
El tono anaranjado de las originales ha desaparecido.
¿Parece magia?
Nada de eso, es Photoshop
Por desgracia no es sólo apretar un botón y ya. La cosa tiene su complejidad: hay que elegir la foto que usarás como base (en este caso, la de la de la cámara mejor enfocada), montar encima una nueva capa con la otra foto, recortarla, desplazarla y redimensionarla para que coincidan, fundirlas e inspeccionarlas muy de cerca cuidando mucho de que no haya fallos, probar con los colores nuevos, etc., etc. Y todo hay que decirlo: el trabajo llevado a cabo aquí no es ni mucho menos de los más complicados. Espero que eso no desanime a quien quiera iniciarse en la materia.
Pensad en los resultados.
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